Los hombres perciben un 47 por ciento más de ingresos que las mujeres en Bolivia por realizar el mismo trabajo, sin importar que tengan la misma formación y esto se debe a la desigualdad de género que es invisible para varias autoridades
Por Andrea Cardona / El País – 1 mayo, 2019
En la actualidad es muy grato ver mujeres trabajadoras en áreas que antes pertenecían, por creencias sociales y culturales, a hombres. No solo la crisis económica de Tarija -de Bolivia y a nivel mundial- fue un componente clave para que las mujeres salgan del rol de amas de casa a buscar una fuente de ingresos que le permita sustentar a su familia, sino también la autonomía de sí misma y de sus acciones que implica ser una persona independiente económicamente.
En Tarija, hay mujeres taxistas, camioneras, guardias de seguridad, carpinteras, mecánicas, conductoras de micros y en otras áreas académicas que también estaban estereotipadas como espacios de poder del hombre se han incorporado con bastante brío. Sin embargo, hasta ahora existe una brecha de desigualdad en las condiciones que deben enfrentar ambos géneros.
Si bien no hay datos actualizados, según la Encuesta de Hogares 2015 realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en Bolivia, el 69.95 por ciento de los varones tiene un trabajo, mientras que en el caso de las mujeres el porcentaje no llega ni siquiera a la mitad, 48.24 por ciento.
Por otro lado, según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (ONU) el 2017, el 70 por ciento de las mujeres en Bolivia trabaja en la informalidad y de aquellas que trabajan en espacios formales es mayor el número que gana 50 por ciento menos que los hombres. El estudio culmina con un dato abrumador. Los hombres perciben un 47 por ciento más de ingresos que las mujeres en Bolivia por realizar el mismo trabajo, sin importar que tengan la misma formación.
Además, el informe de Salario, Remuneración y Empleo del Sector Privado 2012-2017 revela que los ingresos de los trabajadores en las siete categorías identificadas por el INE son superiores en un rango de entre 65,8 por ciento y 8,9 por ciento a los ingresos de las trabajadoras. El informe desglosa que, en el grupo de obreros, los hombres ganan un promedio de 65,8 por ciento más que las mujeres, mientras en el grupo de empleados esa diferencia es de 54,14 por ciento.
El grupo de gerentes y administradores tiene una diferencia e de 42,2 por ciento, en otro tipo de obreros es de 28 por ciento, en profesionales de 26,02 por ciento, en otros profesionales de 11,8 por ciento y en otros empleados de 8,9 por ciento.
La asambleísta, María Lourdes Vaca, explicó que la discriminación por la generación de trabajos que se realizan sigue persistiendo en concepto de género. “Sin importar si tiene la misma capacidad, se tarta de minimizar el esfuerzo laboral que realiza la mujer. Vemos mujeres que trabajan en diferentes ámbitos y trabajos que antes solo los realizan los hombres, incluso con la fuerza física, pero hay mucho que avanzar en cuanto a la igualdad”, sostuvo.
Es mayor el porcentaje de mujeres que trabajan en situaciones de precariedad
El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) visibilizó que existen más mujeres desocupadas de hombres desocupados en Bolivia, muy al contrario del dicho común que dice “todos quieren contratar a una mujer”. Las mujeres ganan en promedio el 67 por ciento de lo que ganan los hombres. El 80 por ciento no tiene seguridad social. De esta manera, el 86 por ciento de las mujeres trabaja en precariedad mientras que los hombres el 67 por ciento.
Situación de la mujer en empleos precarios
Es mayor el porcentaje de mujeres que trabajan en situaciones de precariedad
El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) estableció que la mujer boliviana tiene un importante rol y participación en la economía, el empleo, los ingresos familiares y en el mundo político y cultural. La importancia de la mujer en el trabajo está relacionada con el empleo precario y precario extremo, los bajos ingresos por discriminación laboral, la pobreza, la informalidad, la desprotección social, el acoso y maltrato laboral, la migración internacional y el reducido ejercicio de derechos laborales.
La precariedad laboral se expresa en el debilitamiento de una o más de las condiciones de trabajo que permiten un empleo adecuado como la inestabilidad (eventualidad) laboral, los ingresos y salarios bajos (insuficientes para cubrir una canasta alimentaria), la desprotección social (sin seguridad social de corto y mediano plazo), las jornadas de trabajo largas y variables y el desconocimiento y violación de derechos laborales.
Según una investigación del Cedla en el 2011 a la población de las ciudades del eje central de Bolivia (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz) se determinó que una de cada dos mujeres en edad de trabajar (10 años y más) participaba en alguna actividad económica. Además, la población ocupada femenina aumentó de 993.375 a 1.504.083 personas en diez años (2001 – 2011).
Fuente:
https://elpais.bo/pese-a-avances-el-desempleo-se-ceba-mas-con-las-mujeres/