El representante del pueblo indígena Weenhayek, Ramón Paredes, junto a la asesora de la nación, Yenny Gutierrez.
De acuerdo con los reportes del Centro de Salud Caipirendita del pueblo indígena Weenhayek, al momento se tienen 29 casos sospechosos de COVID-19 al interior del territorio indígena, por lo que el representante del pueblo, Ramón Paredes, solicitó a las instancias de gobierno ayudarlos con alimentos y medicamentos para afrontar esta enfermedad.
“Nosotros solicitamos alimentación y material de bioseguridad porque nos encontramos en una zona tripartita y necesitamos esos elementos. Al parecer no existimos en el mapa de Bolivia. Toda esta situación es alarmante porque no contamos con apoyo, las postas sanitarias están colapsadas, los médicos y enfermeros no cuentan con ítems, no hay medicamentos o pastillas para relajar el dolor o los síntomas que se presenta en cada persona”, explicó Paredes al Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas de Bolivia (ODPIB) dependiente del Cejis.
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Al momento, las personas sospechosas de portar el virus se encuentran aisladas en cuarentena en sus domicilios, esperando los resultados de laboratorio, debido a que el centro de salud se encuentra colapsado.
El pueblo indígena Weenhayek se ubica entre los municipios de Yacuiba y Villamontes, en Tarija; cuenta con 3.322 habitantes autoidentificados como parte del pueblo, según los datos del Censo del 2012. Está considerado en situación de alta vulnerabilidad por las condiciones de pobreza, indefensión social y en salud en el que se encuentran, además del casi inexistente acceso a los servicios básicos.
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Paredes, quien además ejerce como secretario general de justicia indígena de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB), indica que uno de los principales ingresos económicos del pueblo Weenhayek provienen de la pesca que realizan en el río Pilcomayo; sin embargo, al momento no se levantó la veda a pesar de las diferentes solicitudes y protocolos que presentaron para retomar esta labor, por lo que no tienen como solventar los gastos que se generan con las personas enfermas.
“La gente está sobreviviendo como puede, estamos tocando las puertas de diferentes instituciones para que nos puedan ayudar a paliar estas necesidades. Tal vez otras personas de otros pueblos han podido cobrar (los bonos), pero en nuestra zona, las personas no pueden recibirlos porque piden muchos requisitos o no tenemos documentos o están vencidos”, explicó.
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De acuerdo con la asesora del pueblo indígena, Yenny Gutierrez, además de los bonos que se otorgan desde el nivel central del Estado, la subgobernación tarijeña también entrega el Bono Esperanza; sin embargo, el acceso a este beneficio se hace prácticamente imposible por los requisitos que no se ajustan a las realidades del pueblo indígena Weenhayek.
“Se está viendo a las madres solteras y se les está pidiendo si han hecho una demanda al esposo, o que presenten ese requisito que significa que se está en proceso de divorcio, o el proceso de asistencia familiar. En la nación indígena no se maneja así, no es parte de la cultura; sin embargo, es un requisito que hay que presentar. En cuanto a los otros bonos hay hartos problemas porque se presenta la libreta (escolar) y dicen que no está bien, que se tiene que ir a la (Oficina) Distrital (de Educación); tampoco tenemos fotocopiadoras”, explica Gutierrez.
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